Este verano la industria de la moda española recibía una triste noticia que evidenciaba una vez más, los altibajos que atraviesa el sector en una época inestable. Delpozo, una de las firmas made in Spain con mayor proyección internacional anunciaba que cerraba sus puertas. Tras más de 47 años de historia, la heredera de la marca homónima Jesús del Pozo ha tenido que enfrentarse a la liquidación ante la imposibilidad de llegar a un acuerdo de venta que pudiera rescatarla. Una decisión que pone punto y final a una de las marcas más icónicas del país que ha vestido con sus diseños de ensueño a incontables modelos, personalidades del cine e incluso royals.
Los orígenes madrileños
Jesús del Pozo se fundó en 1974 en Madrid y formó parte de la llamada “quinta de la Movida”, correspondiente a los años ochenta, y a la generación de los noventa que la formaban diseñadores como Montesinos, Alvarado, Manuel Piña, Sybilla, Victorio&Lucchino, Amaya Arzuaga, Lydia Delgado o Hannibal Laguna. Firme defensor del diseño conceptual, comenzó como otros compañeros de profesión como Adolfo Dominguez o Antonio Miró, a diseñar para hombre. La firma no tardó en lanzarse también al diseño femenino y crear vestidos para mujeres independientes con prendas esculturales de aires aniñados. “Evito las florituras, prefiero todo lo que sea directo y sencillo, me atrae el sentimiento. Busco lo esencial”, solía argumentar el creador madrileño.
Desde sus inicios, Jesús del Pozo fue un firme defensor de la industrialización del sector. Lanzó su primer perfume, abrió nuevas vías de negocio e inauguró una nueva era dorada para la economía de la firma. En el terreno personal, la creatividad de Jesús del Pozo se premió con la Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes en 1988, el Premio Nacional Cristóbal Balenciaga en 1989 y la Aguja de Oro en 1981. El diseñador también fue uno de los impulsores de ACME -Asociación de Creadores de Moda de España- y ejerció como presidente de la asociación hasta 2004.
El romanticismo arquitectónico de Josep Font
El diseñador murió en 2011 y un año más tarde, el Grupo Perfumes y Diseño se hizo con el control de la marca, reformuló sus directrices y entregó la dirección creativa al modisto catalán Josep Font. La empresa cambió de nombre a Delpozo, volvió a desfilar y abrió tiendas en las capitales del mundo. De 2012 a 2018, Josep Font fue capaz de renovar la identidad de la mujer Delpozo, respetando la base de Jesús del Pozo (buen gusto sin excesos) e introduciendo un lenguaje propio inspirado en las formas de la naturaleza. Piezas voluminosas, diseños arquitectónicos, tejidos etéreos y colores que bailaban entre los tonos pastel y los saturadas en combinaciones cromáticas hechizantes. Así eran las creaciones bajo el legado del diseñador catalán apasionado por la moda, la arquitectura y la artesanía.
Bajo su legado, hubo una segunda época de esplendor de la marca que estuvo acompañada de una estrategia de internacionalización con desfiles a Nueva York y Londres amadrinados por iconos de la moda como Olivia Palermo o Lauren Santo Domingo. Los vestidos de Delpozo también poblaron las alfombras rojas más fotografiadas en festivales, estrenos y hasta la gala anual del Met. En este tiempo, Font fue el encargado de vestir a Zendaya Coleman, Kerry Washington, Margot Robbie, entre muchas otras actrices de Hollywood. También llegó a vestir a la entonces primera dama de Estados Unidos, Melania Trump y a la Reina doña Letizia en uno de los looks más aplaudidos de los últimos años.
Nuevos cambios y declive
En 2018, Josep Font abandonó la dirección creativa de la marca dejando un exitoso legado como abanderado del prêt-à-couture de la marca. El creador alemán Lutz Huelle tomó las riendas siguiendo la estela de su predecesor y buscó ampliar nueva clientela en un mercado acelerado y difícil para las marcas artesanales. Para ello, se hizo una rebaja en sus precios para hacer más accesible la moda a las nuevas generaciones de consumidores. Aun así, la firma, poco a poco fue a la deriva: no consiguieron acuerdos comerciales ni compromisos de compra ante las pérdidas y se dejó de producir colecciones un año más tarde. En plena pandemia, la firma ha despedido para siempre su universo romántico y lleno de fantasía, dejando un vacío en la industria de la moda española. Un sueño de casi medio siglo que será difícil de olvidar.
¿Quién fue Pedro Rovira? ¿Por qué su obra ha quedado oculta durante décadas si fue una de las grandes agujas españolas? Coincidiendo con el centenario del nacimiento del modista Pere Rovira i Planas (1921-1978), el Museo de Badalona rinde homenaje a uno de sus hijos ilustres con una amplia retrospectiva que recupera la figura y el espíritu contemporáneo del legado del modisto badalonés.
En una monografía ilustrada presentada recientemente en paralelo a la exposición, Lorenzo Caprile asegura en su prólogo que Pedro Rovira “estuvo en medio de todo, pero se quedó a medio camino”, haciendo referencia a su muerte prematura que le impidió convertirse en leyenda. El diseñador badalonés consiguió desarrollar una identidad propia a lo largo de su carrera y fue capaz de abrazar dos corrientes antagónicas: empezó trabajando la Alta Costura más clásica a través de colecciones exclusivas y, luego, dio un giro hacia la moda democrática con producciones en serie más versátiles y plurales que acercaban el diseño a las nuevas generaciones de consumidoras, más allá de las élites burguesas. A nivel histórico, su legado también coincide en una época de transición: del fin de la dictadura al inicio de una nueva democracia con nuevas costumbres, necesidades y maneras de concebir la moda.
Del horno a la aguja
La familia de Pedro Rovira era propietaria de una panadería en Badalona, pero él tuvo desde la infancia, una gran pasión por la costura elaborando vestidos para las muñecas de sus amigas o pintando figurines. Una afición que no le gustaba a su padre. Empezó estudiando medicina, pero abandonó rápidamente la carrera por otro trabajo vinculado con la aguja: el badalonés Celso Roldós, oficial sastre de la prestigiosa casa Santa Eulalia de Barcelona, le enseñó el oficio. Muy pronto Rovira cumpliría su deseo de viajar a París en busca de nuevas oportunidades. Su ambición era elevada y quería perfeccionar la técnica. A la capital francesa se hizo amigo de Cristóbal Balenciaga, quien le influenciaría enormemente en sus inicios. De París se empapó durante dos años de las tendencias a través de los desfiles de moda de los principales modistas de la época. Cuando volvió en 1948, fundó su propio taller de alta costura en Barcelona, en el barrio de Gracia, aunque continuó viviendo en Badalona.
Auge e internacionalización
La fama de Pedro Rovira se extendió como la pólvora en los años 50. El savoir faire del diseñador, gracias a su bagaje parisino, junto con su magnetismo personal le propició rápidamente el reconocimiento de la burguesía catalana con el apoyo de varias damas de la alta sociedad que eren asiduas a sus diseños refinados. Más tarde, cuando cerró el atelier Balenciaga en 1968, algunas de las clientas del modista vasco como la marquesa de Torroella de Mongrí, María del Carmen Ferrer-Cajigal y su hija Carmen de Robert también llamarían la puerta de Rovira. De hecho, Pedro Rovira era hábil vistiendo a varias generaciones de mujeres de una misma familia con diseños versátiles y flexibles que se adaptaban a cada ocasión. Para Rovira, la moda era una servitud.
A finales de los años cincuenta, la fama de Pedro Rovira se extendió por Europa con desfiles en Frankfurt, Estocolmo, Milán y Venecia, y en 1964 sus diseños llegaron a Nueva York, seduciendo el público norteamericano. En esos viajes le acompañaban las modelos más ilustres del momento que ejercían de embajadoras de su estilo: María del Carmen Aznar, Carmen Paré e Isabel Martín eran las más habituales. Más tarde con el boom de las colecciones de prêt-à-porter, trabajaría con la modelo y empresaria Francina Díaz, la actriz Teresa Gimpera y algunas esporádicas como Nati Abascal, fotografiada por Antoni Bernad. El éxito internacional continuó en los sesenta y los setenta con la crítica en el bolsillo y los diseños de Rovira aparecían en las páginas de las prestigiosas revistas como Vogue, Harper’s Bazaar, Elle, Marie Claire. Después de haber sido aclamado en el ámbito internacional y de tener el reconocimiento de la crítica especializada, en 1964, finalmente, Rovira fue admitido en la Cooperativa de Alta Costura, que agrupaba a los modistos más elitistas del país como Pedro Rodríguez, Asunción Bastida, Manuel Pertegaz, Santa Eulalia y el Dique Flotante, considerados como los Cinco Grandes de la Moda Española. Junto con Rovira, el mismo año, también entró en la cooperativa Carmen Mir.
El año 1968 fue histórico para Pedro Rovira. En plena expansión de la marca, el diseñador decidió lanzar las primeras colecciones de moda democrática con distintas líneas para todas las edades, ocasiones y momentos. Eso fue un hecho remarcable en la historia de la moda española porque a pesar de algunos intentos por parte de otros diseñadores, nunca antes se habían lanzado propuestas serializadas con prendas de diseño a precios más asequibles. Los diseños prêt-à-porter de Pedro Rovira eran atrevidos pero muy llevables. Combinaban fantasía llevada al terreno de la calle a través de tejidos geométricos, estampados gráficos y colores vibrantes para una mujer cosmopolita y contemporánea que abrazaba la sociedad del cambio en España.
Un final inesperado
En los primeros años setenta la marca tuvo dos boutiques en Madrid y puntos de venta por toda la Península. Justo cuando la firma vivía su mayor esplendor hubo un revés que la condenó a una caída brusca y a su posterior olvido: la muerte precipitada del diseñador de un ataque en el corazón en 1978. Tenía solo 57 años. La firma que llevaba su nombre todavía funcionó durante un tiempo, puesto que había alcanzado mucha difusión y presencia en el mercado, pero sin el reclamo y la gran potencia creativa de Rovira, la marca tuvo que cerrar en 1980.
Un extenso legado
Después de un primer homenaje en el Museo del Traje de Madrid a cargo de la Fundació Antoni de Montpalau, el Museo de Barcelona ha desplegado toda la obra de Pedro Rovira en una gran exposición retrospectiva dedicada al modisto para conmemorar el centenario de su nacimiento. Esta muestra, abierta del 4 de junio hasta el 18 de octubre de 2021, representa una revisión amplia y completa de la obra del modisto badalonés: ocupa dos plantas del museo y está ordenada cronológicamente siguiendo la producción de Rovira desde los primeros años cincuenta hasta las últimas colecciones de 1978. Unos ochenta de vestidos y más de cien dibujos proceden de la Col·lecció Antonio de Montpalau, colaboradora de la iniciativa, y se exponen también piezas procedentes del fondo del Museu de Badalona y de los herederos de Rovira. Completa el homenaje un documental que rescata la memoria de su legado y una monografía ampliamente ilustrada. Un extenso homenaje para sacar del olvido la gran figura de Pedro Rovira y colocarla donde se merece en la historia de la moda española.
Es curiosa la historia de la moda íntima femenina porque no solo se encuentra ligada a las tendencias de cada época, sino a las rebeliones de las mujeres y a la fuerza de algunos iconos femeninos como las bailarinas Isadora Ducan e Irene Castle, la escritora Simone de Beauvoir o la diva del pop, Madonna que abrieron camino en su época, rompiendo algunas convenciones y tabús marcados. Es también remarcable, como en las últimas décadas, la concepción de lo que es íntimo y lo que no, brilla por su ausencia porque la moda evoluciona y se transforma, fusionando conceptos y adaptando piezas que en su día se crearon para permanecer ocultas tras las capas externas de la ropa visible.
De las egipcias a las francesas. Un breve repaso histórico
La ropa íntima nació para cubrir una necesidad básica: higiene y abrigo de las partes femeninas. Luego, con el paso de los siglos pasaron a ser prendas para moldear y corregir la figura femenina. Se estima que fueron las egipcias de la alta sociedad, quienes empezaron a utilizar algún tipo de lencería. Entonces eran túnicas pegadas al cuerpo de lino y algodón con una especie de enagua que empezaba por debajo del pecho y finalizaba debajo de los tobillos como parte de su vestimenta diaria. En la Antigüedad, para levantar los pechos, -la parte anatómica que simbolizaba la feminidad, la maternidad y el placer-, la mujer aceptó muchos sacrificios. Con ese fin, en Creta se inventó el sujetador hace casi cuatro mil años. También en la Antigua Grecia, nació el zóster, un ceñidor que usaban las mujeres solteras para realzar el busto. Las casadas utilizaban otra prenda para sujetar el pecho, llamada apodesmo, y solía ser una tela de vivos colores y adornada con esmero. En Roma se usaba una banda enrollada alrededor del pecho para dar a la figura femenina la armonía y la forma que se consideraba bella en la época. Durante la Edad Media, el brial y la camisola aprisionaban el pecho en un momento en el que sólo se permitía señalas el busto a las doncellas. En cuanto a las braguitas, no se concibió la prenda como parte del atuendo interior hasta el Renacimiento. Por último, los corsés surgieron en la Edad Media y tuvieron altibajos en su uso hasta finales del siglo XIX. Esta pieza rígida no sólo era una prenda íntima para mantener la higiene, sino también se utilizaba para estilizar y seducir.
Francia se considera el país inventor de la ropa interior, parecida a la que conocemos hoy en día, y de la popularización de su uso. Hacia el año 1830 se experimentó un giro hacia el uso de la ropa interior que coincidió por la creciente tendencia hacia una moralidad pública que durante la época victoriana llegaría a su cúspide. También influyó la aparición de nuevos tejidos y telas más finas y ligeras, que resultaban apropiadas para utilizar en ciertas zonas del cuerpo. Desde 1860, se empezó a diseñar la ropa interior femenina, y en 1880, la seda se convirtió en el tejido preferido para tales usos. Más tarde se empleó también la lana (en zonas más frías) y el algodón, tejidos que dejaban transpirar la piel. Su uso también se extendió en enaguas, camisones y bragas. Hubo que esperar hasta finales del siglo XIX para que la lencería femenina adquiriera un aire definitivamente sexy con la aparición de las primeras medias de seda y los ligueros. Aunque su uso quedaba reservado exclusivamente para la intimidad de los dormitorios y para las llamadas “mujeres de mala vida”.
El siglo XX fue el siglo del sujetador que acabó enterrando el corsé como prenda para moldear el pecho y la introducción de las copas en los sujetadores demostrando que existían mujeres con diferentes tallas y tamaños de busto. En los años 50 se introdujeron los sujetadores cónicos de copas puntiagudas, que inmortalizaron las modelos de estética pin-up y más tarde, Madonna en los transgresores años 80. Los corsés se introdujeron como ropa de calle gracias a la influencia del cine y los Años Dorados de Hollywood. Por último, en 1990 fue el boom del wonderbra, un sujetador que realzaba el pecho sin necesidad de cirugía estética.
Del interior al exterior. La lencería se exhibe sin pudor
Como acabamos de comentar, la lencería nació en Francia a finales del siglo XIX para liberar a las mujeres de los corsés de la época y las actrices de la industria del cine del siglo pasado, fueron las encargadas de darle ese toque glamuroso exhibiendo la ropa más íntima en fastuosos rodajes cinematográficos. Prendas como camisones, túnicas y kimonos elaboradas en hermosas telas ligeras de seda y satén, saltaron de la cama al escenario, junto a conjuntos lenceros que evocaban sensuales juegos de transparencias a través del tul y el encaje, que iban más allá del dormitorio. La moda íntima estaba bajo el foco lista para ser consumida para una nueva generación de consumidoras que no tenían los prejudicios de sus madres o sus abuelas.
Desde finales del siglo pasado hasta la actualidad, hemos vivido una auténtica explosión de moda lencera que conquista en masa un nuevo terreno hasta ahora (casi) vetado: la calle. No son piezas de lencería propiamente dichas, sino una adaptación que las grandes firmas crean de esos modelos para que sean expuestos en público. Así, en la década de los 90 empezó el boom de los vestidos lenceros o tipo camisón de seda con tirantes finos y motivos de encaje que inmortalizaron las it girls de la época como Kate Moss, Winona Ryder o Jennifer Anniston. Luego vinieron los sujetadores exteriores o los crop tops que popularizaron las cantantes de rap y hip hop norteamericanas que mostraban sin pudor un palmo más arriba (o debajo) del ombligo. Ellas también fueron las primeras que se atrevieron a mostrar las bragas o las tiras del tanga debajo de sus pantalones de chándal de talle bajo. También viven su mejor momento las prendas de tejido semitransparente como el tul plumeti y el encaje en outfits románticos de inspiración victoriana. Otras piezas como los conjuntos dos piezas pijameros de raso y los kimonos estampados de estética oriental se han asentado en nuestro armario a lo largo de la última década con total normalidad, aportando ese toque elegante, pero sugerente en los estilismos diarios.
Al margen del estilo y de las tendencias, lo que está claro es que la lencería lleva un buen tiempo reivindicando su espacio fuera de la espera privada para explorar otros ámbitos y las pasarelas dan fe de esta tendencia exhibicionista que, de momento, no conoce su fin.
Para vestir bien hay que hacerlo en consonancia, de pies a cabeza. Nunca hay que descuidar adornar ninguna parte del cuerpo, en especial la que nos cubre la fuente de todas las ideas. Como buen couturier, Cristóbal Balenciaga nunca olvidó la importancia del sombrero a la hora de confeccionar un atuendo perfecto. Quizás esta faceta de sombrerero quedó eclipsada por sus innovadores diseños que le dieron fama y prestigio en su época. No en vano, el diseñador vasco es considerado una de las grandes agujas de la historia de la moda. Ahora, para desenterrar la brillantez y el perfeccionismo de este complemento, se le dedica un capítulo aparte. Por eso, Barcelona acoge en primicia una exposición única centrada en los sombreros y tocados de Cristóbal Balenciaga. Una extraordinaria muestra, fruto de años de investigación conjunta de las colecciones de sombreros del Museo Cristóbal Balenciaga, situado en Guetaria y del Museu del Disseny de Barcelona. Instituciones que coproducen la exposición, comisariada por Igor Uría el conservador del Museo Cristóbal Balenciaga y Sílvia Ventosa, conservadora de tejidos e indumentaria del Museu del Disseny de Barcelona.
Un complemento clave
Así, ‘Balenciaga. La elegancia del sombrero’ es la primera exposición internacional centrada en los sombreros y tocados del maestro Balenciaga que se crearon en los departamentos de sombrerería de la Casa de alta costura en París y en Madrid, desde finales de los años 30 hasta el cierre de las casas de Balenciaga en 1968.
En la exposición se muestran al público 87 sombreros, 78 de los cuales se presentan individualmente, 9 con un conjunto de ropa vinculado y un vestido con estola. Concretamente, 43 son de la colección del Museu del Disseny y los otros 44 de la colección del Museo Cristóbal Balenciaga.
Por primera vez, los elementos de la colección son estudiados como objetos creativos con entidad propia y se integran en un discurso expositivo propio.
Arquitecto de la forma
Cristóbal Balenciaga estableció un estilo y una forma muy característicos en sus diseños para sombreros, con volúmenes depurados, estilizados que se crean mediante formas muy simples, casi abstractas, siendo en sí mismos, auténticas esculturas. La muestra profundiza en la singularidad del trabajo del diseñador resaltando las formas innovadoras e imaginativas, la selección de materiales exquisitos, la búsqueda de técnicas, y el carácter artesanal de su producción de sombreros. La suma de todos estos factores los convierte en únicos, irrepetibles y magnéticos.
Buen conocedor de los tocados históricos y populares, Balenciaga los actualizó y los puso de moda, siempre experimentando para crear nuevos modelos. Asimismo, estudió los sombreros de múltiples culturas que reinterpretó en clave de modernidad y jugó con la armonía y contraste de los colores buscando crear un profundo impacto visual.
El secreto está en la confección
Esta exposición monográfica nos permite admirar unas piezas únicas y, al mismo tiempo, revelar ciertos aspectos de la confección de los sombreros bastante desconocidos, tanto en lo que se refiere al trabajo en los talleres como a su difusión, ambas labores fundamentalmente desempeñadas por mujeres. Por lo tanto, la muestra pone en valor el mundo femenino que daba forma al diseño y las creaciones de Balenciaga: los departamentos de París y Madrid fueron dirigidos por mujeres: sombrereras y vendedoras. Y este trabajo de mujeres como contrapunto en el mundo femenino que los usaba: las mujeres de la élite social vestidas por Balenciaga. Se llamaban coloquialmente “las Balenciagas”.
Símbolo de identidad y clase
Desde una óptica contemporánea, ‘Balenciaga. La elegancia del sombrero’ se aproxima a la importancia que tenía este accesorio para distinguirse en el contexto social y cultural de la época. El tocado es una pieza esencial de vestir que equilibra volúmenes y completa la silueta y la imagen de la persona. Es además un marcador de identidad, distinción jerárquica y estatus social. Desde la antigüedad este complemento ha sido tanto un elemento de protección como un símbolo de autoridad, gracias a la extravagancia de su ornamentación o a su tamaño. No fue hasta finales del siglo XIXI, con la aparición de nuevos hábitos de compra y consumo, cuando los sombreros femeninos se introdujeron en todos los niéveles de la sociedad.
En el mundo de la alta costura de mediados del siglo XX, los tocados aportaban glamour con un toque de audacia. En paralelo, los sombreros fueron un elemento de uso cotidiano hasta la década de 1960 cuando, en el contexto de los movimientos sociales que abogaban por el igualitarismo social y de género, decayó su uso, que se relaciona simbólicamente con las clases altas y con una sociedad organizada según una jerarquía patriarcal. Actualmente, los sombreros aparecen puntualmente en los desfiles de moda y en fiestas privadas o ceremonias sociales.
Más divulgación
La exposición cuenta también con un espacio de conocimiento, un servicio de biblioteca con consulta y préstamo de más de 300 títulos ofrecido por el Centro de Documentación del Museo del Diseño en colaboración con la Biblioteca El Clot – Josep Benet. El catálogo de la exposición se arropa con artículos de los comisarios y una colaboración especial del reconocido creador de sombreros Philip Treacy. Con ediciones en catalán, castellano, euskera e inglés.
‘Balenciaga. La elegancia del sombrero’ se estrena en Barcelona el 17 de junio hasta el 3 de octubre de 2021. Luego, la exposición migrará hacia la ciudad natal del modisto y se podrá ver en el Museo Cristóbal Balenciaga de Getaria a partir de mayo del 2022.
El rosa es un color que genera debate. Nunca deja indiferente y su elección en moda representa desde la feminidad más clásica hasta la más reivindicativa. De rosa se tiñe lo infantil y lo superfluo, pero también lo polémico, lo vistoso y lo minoritario. Del rosa Schaparelli al rosa Millennial. Repasamos algunas anécdotas de uno de nuestros colores preferidos a través de varios tejidos de temporada.
El color del encanto, las ilusiones y los milagros
Rosa, Rosalía, Rosanna, Rosita y Rosamunda. Todas ellas provienen de la rosa. La flor que nombra el color en cuestión. Todas las cualidades atribuidas a la rosa se consideran femeninas porque tradicionalmente la rosa ha simbolizado la fuerza de los débiles, el encanto y la amabilidad. William Shakespeare escribía en ‘Romeo y Julieta’ una comparación reveladora: “Soy tan cortés como el color rosa” para simbolizar la sensibilidad que desprende este color.
De rosa también se visten las ilusiones al ser una tonalidad que evoca la fantasía. Un mundo de color de rosa es demasiado hermoso para ser verdadero o quien adopta el lema think pink se propone vivir de manera optimista una realidad gris. Cuando la vida es como un sueño, los franceses tienen una expresión que alude al color en cuestión: C’est la vie en rose, dicen. Un tema que también inmortalizó Édith Piaf.
El rosa en las pinturas medievales también se había vinculado con el color de la transfiguración, de la irrealidad y de las cosas extraordinarias. Hay varias obras que representan la patria o la vida de un santo con detalles rosas como una casa dentro de una ciudad o un aura rosada alrededor de una persona. Las personas de la época vinculaban ese color con el de los milagros.
En cambio, los artistas (diseñadores, ilustradores, dibujantes…) actuales utilizan el rosa desde un punto de vista creativo para sorprender al espectador a través del color. Cuando se emplea el color rosa de una forma poco convencional, llama directamente la atención y apela al objeto o sujeto en cuestión. La Pantera más famosa del mundo del cine y del cómic no es negra, precisamente.
El rosa tierno y dulce
El rosa es suave y tierno y a nivel psicológico se asocia con delicadeza. El rosa nos hace pensar en la piel, en la suavidad y en la juventud. De rosa también se expresa la dulzura. Es el color de los confites, del deleite y de lo empalagoso. Cualquier producto comestible con un envoltorio dulce sabemos que se trata de un alimento de sabor suave, apetitoso y dulce. No en vano es el color más utilizado en las pastelerías o las tiendas de dulces que seducen inconscientemente a los consumidores a través de los tentadores tonos rosados.
Del rosa masculino al rosa femenino
El rosa no siempre ha sido un color asociado con lo “típicamente femenino”. De hecho, antes del siglo XX se le consideraba un color masculino. Por ejemplo, en las pinturas religiosas antiguas, se solía pintar al Niño Jesús vestido de color rosa, el pequeño rojo, y a la Virgen María con un manto azul índigo. Otro ejemplo. La prensa rosa actual dedicada a un público mayoritariamente femenino, contrastaría con los diarios financieros típicamente masculinos, como el Financial Times y la Gazzetta dello Sport, que siguen imprimiéndose, conforme a la antigua tradición, en papel rosado.
Por otra parte, la convención de adjudicar el rosa a las niñas y el azul celeste para los niños surgió alrededor de 1920. Antes los niños y las niñas pequeños iban todos de blanco. Si llevaban lazos, éstos eran casi siempre rojos, pues según la tradición, ese color protegía contra el mal de ojo. Después de la Primera Guerra Mundial, el rojo desapareció de toda la moda civil masculina. En esta época también se produjo una verdadera revolución en el vestir: la llamada “moda reformista” que liberó a las mujeres de los corsés y creó una moda específica para los niños que iban con trajes y vestidos de marinero, teñidos con índigo artificial, el nuevo tinte de moda. De los trajes de marinero se derivó con una lógica casi forzosa, el hecho de que el azul claro era el color de los niños y su contrario, el rosa el que se adjudicaría a las niñas. Durante la Segunda Guerra Mundial se reforzó este mensaje a través de la propaganda gubernamental con una asociación mental “rosa-mujer”. De hecho, en la publicidad, las perfectas esposas, aquellas que cuidaban de los hijos y del hogar, llevaban vestidos de ese color. En esa época también se convirtió en el color de la discriminación: los homosexuales que no podían satisfacer el ideal de masculinidad fueron encerrados en campos de concentración y llevaban como distintivo un triángulo rosa cosido a la ropa. De hecho, el color rosa se identifica actualmente a menudo con este colectivo (el colectivo rosa) que ven en la tonalidad una connotación positiva de identificación y de lucha para reivindicar sus derechos.
Del rosa Pompadour al rosa Shiaparelli
Durante el período rococó, que duró de 1720 a 1775 aproximadamente, triunfaron los colores pastel dictados por la corte francesa que marcaba la moda de la época en toda Europa. Verdes agua, amarillos pajizos, azules celestes y también rosas empolvados los vestían hombres y mujeres aristócratas por igual. Madame Pompadour (1721-1764), prototipo de la dama rococó, amante del arte y de gusto exquisito, puso de moda la combinación de rosa y azul claro, que hoy nos parece típica de este movimiento artístico. Hoy en día aún perdura el rosa Pompadour, un rosa principesco que los fabricantes de porcelanas de Sèvres crearon para la amante del del Rey de Francia Luís XV: un rosa con trazas evidentes de azul, algo de negro y amarillo.
En moda hay otro rosa a destacar, precisamente porque no pasa inadvertido: el rosa chocante de Elsa Schiaparelli. La modista italiana, que llevó a la moda las ideas de los pintores surrealistas, lanzó en 1931 un nuevo color: shocking Pink (magenta con una pizca de blanco). También creó un perfume que llamó del mismo modo y se vendía en una caja de aquel color chillón que espantó al público por su agresividad. Sí, el rosa podía ser subversivo y transgresor. De hecho, este color se utiliza actualmente en los atuendos dirigidos a llamar la atención ya sea en una pasarela o una alfombra roja.
Curiosamente, el Pink es el color más chillón que existe dentro de la gama de rosas. Es el color que habitualmente se usa en la publicidad de los objetos poco serios, de los accesorios más estridentes en la moda y de los artículos de plástico más baratos o banales.
El rosa de la generación del milenio
Hay un tipo de rosa pastel que se ha apropiado de los millennials durante primera década del siglo XXI. Una tonalidad neutra que unifica géneros, identifica una generación y que se ha apoderado de un movimiento cultural que va desde la moda al cine. Por ejemplo, el rosa millennial se ha visto en las películas de Wes Anderseon o en los desfiles de Valentino, Marni, Dolce&Gabbana, Hermès o Dries Van Noten. Un tono que también ha aparecido por todo el mundo del diseño, desde las redes sociales y los materiales impresos, hasta los muebles. Este color de rosa, el cual mezcla tonos de salmón, transmite una sensación de calma, y es asociado con palabras como “juvenil” y “accesible”, explicando el por qué tantas compañías modernas se han sentido tan atraídas por él. La fiebre por el rosa millennial eclosionó en 2016 cuando Pantone anunció el rosa cuarzo, un tono parecido al algodón de azúcar como su color del año. A pesar de que la generación Z ha cogido el relieve de la nueva juventud adueñándose de otros colores, este tipo de rosa aún está muy presente en la sociedad actual.
Aunque en moda no tienen estacionalidad, las flores triunfan en primavera: brotan en todos los tejidos y se adueñan de los principales outfits que marcan tendencia ya sean de espíritu romántico, de estética ochentera, deportivos o de estilo boho-chic. Además, esta temporada conviven los motivos de flores pequeñas y delicadas, con otras maximalistas de inspiración tropical en colores vivos y radiantes. De hecho, sí hay algo que une los prints florales de primavera es la explosión de color que utilizan para avivar los looks del momento.
Desde Gratacós proponemos organizar nuestros estampados de temporada, según tres inspiraciones:
Campestre
Amapolas, margaritas, uñas de león, malvas, lavandas… Las flores silvestres más comunes que se encuentran en el campo hacen el salto a la pasarela y se presentan de forma individual o en coloridos ramilletes que aportan un punto juvenil a las prendas que protagonizan. Las flores campestres se acostumbran a vincular con los looks de espíritu folk en vestidos vaporosos, monos asimétricos o túnicas extra largas.
Jardín
Las flores que habitan en el jardín son una constante fuente de inspiración para los diseñadores cuando crean los diseños en vestidos de las colecciones veraniegas. Hortensias, claveles, peonias, geranios son algunas de las flores que también brotan en los looks de invitada de celebraciones. Una temporada más, la rosa se alza como reina de las flores y es una de las más destacadas en los prints florales porque representa el romance, la mística y la feminidad. En Gratacós, esta temporada apostamos por combinar rosas con otras flores de jardín creando estampados con atractivos juegos visuales llenos de color.
Tropical
Los prints inspirados en la flora y la fauna de los paraísos del trópico son un clásico que nunca falla en las colecciones primavera-verano, especialmente en la moda más ligera con ropa inspirada en las vacaciones. Flores exóticas como hibiscos, vegetación abundante y algún motivo de animal print se cuelan en estos diseños más relajados y despreocupados de colores subidos de tono que ayudan a potenciar el bronceado.
Estas son algunas de nuestras propuestas, pero ya sabes que en nuestra tienda online o en nuestro espacio físico de Barcelona puedes descubrir todos los estampados florales de la nueva colección. ¿Qué diseños te imaginas crear con los tejidos florales de temporada?
El sector nupcial se encuentra en pleno proceso de transformación para adecuarse a las idas y venidas que imponen las restricciones de la pandemia y las fases cíclicas de las constantes desescaladas. La crisis del coronavirus les ha estallado de forma directa y fulminante afectando a todos sus agentes: desde la restauración, a los centros de belleza hasta el sector textil. Y desde hace un año, el mundo de las ceremonias pisa a fondo el acelerador para adecuarse a estos cambios precipitados.
Los datos hablan por sí solos: en 2020 se pospusieron alrededor de 125.000 eventos, según los datos de la Asociación de Profesionales de bodas de España (APBE). Cada una de estas cancelaciones ha supuesto pérdidas de unos 25.000 euros y un total de 2 millones de puestos de trabajo que no se han podido generar. A día de hoy, se hace muy difícil de predecir cuándo volverá la normalidad en el sector nupcial: la pandemia y su consecuente crisis económica vuelven a generar incertidumbre en 2021 y es muy posible que trastoque el calendario de los próximos dos años.
Dentro del sector textil, que es lo que nos atañe, la ausencia de nuevas novias y la disminución del número de invitados en las bodas, que actualmente son más íntimas, ha reducido la compra de vestidos de novia y también de materias primas, es decir, tejidos. Unos descensos que también han perjudicado, por extensión, a los trajes de fiesta e invitados.
Por todo ello, este proceso de cambio y adaptación a la situación actual, ¿modificará la estética tradicional de los vestidos, la forma de comprarlos o la cantidad de dinero que invierten las novias?
No es fácil saber hacia donde se dirigirá el sector, pero desde Gratacós mantenemos nuestra oferta de tejidos nupciales a disposición de todas las novias que apuestan por casarse en estos tiempos difíciles. Como fabricantes de tejidos y analizando las grandes firmas y diseñadores especializados, pronosticamos algunas tendencias en vestidos para las novias de 2021 y 2022.
La estética tradicional nupcial pierde fuerza
La estética tradicional nupcial se mantiene, pero pierde fuelle. Esta tendencia se debe a dos factores: las novias, tanto las millennials como las primeras de la generación Z, prefieren romper con lo clásico, atreviéndose con nuevas siluetas que van más allá del vestido de una sola pieza como el traje de chaqueta, ya sea con pantalón o con falda de tubo. Una oportunidad de desdibujar las concepciones clásicas sobre cómo debe ir vestida una novia. Por otra parte, las celebraciones más íntimas, privadas e informales influyen en el vestuario con atuendos más relajados que rehúyen de lo rígido y lo encorsetado.
En cuanto a estilos, convergen dos tendencias antagónicas: el retorno del minimalismo con su elegante sencillez frente al romanticismo recargado. La primera apuesta por los vestidos lisos de líneas limpias, estructuradas y reutilizables. Si la economía en 2021 y 2022 será más austera, es coherente que esta contención se vea reflejada en los vestidos de novia. Esta corriente minimalista también apuesta por la sencillez y la comodidad a través de piezas que facilitan el movimiento y se pueden adaptar en múltiples contextos. En el otro extremo, se niegan a desaparecer los vestidos de inspiración romántica con sus volúmenes, superposiciones, encajes y volantes. Un tipo de atuendo para las novias soñadoras que quieren disfrutar de su boda con un vestido a medida que sea memorable. Estos vestidos son ricos en tejidos con especial atención a los que aportan una mayor opulencia: tules, bordados, efectos ornamentales, aplicaciones florales…
Si que es verdad que, a medio camino del minimalismo y la opulencia, existen un sinfín de propuestas que equilibran la balanza con vestidos que fusionan las dos corrientes y se desviven por el detalle que se percibe en los fruncidos, en los drapeados, los detalles en los hombros o las aberturas inesperadas. También ganan peso, los vestidos con volumen y las faldas amplias a través de patrones que se ensanchan en el bajo para darle más protagonismo
En paralelo, en los últimos años han surgido colecciones prêt-à-porter que complementan el vestido con piezas mucho más informales y versátiles. Estas pueden ser creadas a medida o bien, producidas en serie. También existe una tendencia al alza de los complementos vintage que dan un nuevo retro al look nupcial. Para las bodas de otoño e invierno, las prendas de abrigo han encontrado un nuevo filón dentro de la inestabilidad: capas, chaquetas de punto, abrigos del mismo tejido que el vestido…, así como varios complementos y accesorios que adornan la novia.
Foco en el detalle
El detalle es lo que importa. Sea como sea el estilo nupcial elegido, hay algunas tendencias que se afianzan en los últimos años. Una de ellas tiene que ver con las mangas que están acaparando todo el protagonismo de los vestidos de novia. Se llevan las mangas largas, las mangas puffy, muy fruncidas en codos o puños, las mangas abullonadas y las mangas con hombros muy pronunciados como los blazers inspirados en la década de los 80.
En cuanto a cuellos y escotes, conviven los cortes pronunciados con los cerrados y ganan peso las superposiciones. A su vez, el reinado de las flores se ve amenazado por un nuevo detalle que gana presencia en cada vez más diseños nupciales: las plumas. Un recurso que añade elegancia, delicadeza y movimiento al vestido de novia. Por último, anotamos una curiosidad que percibimos dentro del estilo barroco: el velo vuelve a estar de moda y todo apunta que la tendencia se mantendrá e irá en aumento en los próximos años.
Tendencias en tejidos
Como fabricantes de tejidos, en Gratacós disponemos de una colección específica, que se renueva cada año, para que las novias puedan encargar el diseño de su propio vestido. En cuanto a tendencias de consumo, sí que observamos ciertos cambios. La organza es uno de nuestros tejidos estrella si tenemos en cuenta que los vestidos de novia más demandados son los que tienen volúmenes, capas y transparencias. Esa organza se trabaja con bordados, encajes de red y hasta flores 3D. También ganan peso los crepes con toques rústicos, los tejidos de efecto arrugado y los brocados. De hecho, hay una demanda creciente hacia la artesanía y un retorno a los detalles como la pasamanería y los bordados. Al otro extremo, los tejidos de satén son ideales para los vestidos lisos, tipo lenceros. También abundan las combinaciones sorprendentes como la rafia de algodón y el mikado de seda que pueden convivir en un mismo vestido.
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Tras un largo otoño e invierno, que se ha extendido psicológicamente más de lo habitual por las restricciones de la pandemia, llega la primavera. ¡Una estación que en 2021 se presenta más ansiada qué nunca! La temporada promete romper con los códigos anteriores para aportar un poco de luz, alegría y algo de fantasía a los nuevos tejidos que van llegando a nuestro espacio Gratacós. La tendencia es clara: llega el color, las mezclas contrastadas y los estampados de ensueño.
En breve presentaremos la nueva colección Primavera-Verano 21, pero antes queremos hacerte un repaso de los cuatro estampados que prometen ser un must have de temporada para que vayas cogiendo ideas.
Floral
Flores, flores y más flores. Su hábitat natural es la primavera y le otorgan ese aire romántico y a la vez campestre en las piezas de ropa en las que brotan. Las hay de silvestres, exóticas o exuberantes. En tamaño mini o maxi. De aspecto vintage o bien, de forma modernizada apareciendo en looks deportivos, masculinos y ochenteros. Esta temporada las flores siguen su ritmo y lo hacen a todo color. Ya no hay pautas ni reglas en este estampado que es un clásico de temporada.
En las pasarelas, no hay prácticamente ningún diseñador que no apueste por el estampado de la madre naturaleza. De aspecto vintage presentes en Dior a través de vestidos bohemios o en camisas de inspiración hippy como nos muestra Chloé. También coexisten las flores vintage que se visten con un toque contemporáneo como visualiza Valentino y las propuestas más abstractas de Kenzo y Hugo Boss.
Desde Gratacós, los estampados florales son parte de nuestra esencia y se repiten, temporada tras temporada, a través de distintos tejidos.
Geométrico
De todos los prints que parecen diseñados con escuadra y cartabón, el estampado estrella de 2021 es el damero o checkerbord print. No era de extrañar, que después del éxito de la serie ‘Gambito de dama’ y la euforia por jugar al ajedrez, los diseñadores cogieran al vuelo el filón y decidieran dar más protagonismo a este estampado geométrico. Algunas modelos como Bella Hadid y prescriptoras de estilo como la nórdica Emili Sindlev, la francesa Camille Charrière o la española Blanca Miró ya lo han empezado a lucirlo en sus estilismos invernales en moda y accesorios de todo tipo, avanzándose a esta tendencia que pisa fuerte en primavera.
Los diseñadores, ya sean grandes maisons o sellos más alternativos, también han sacado a la palestra el estampado de ajedrez, relavando otro clásico del buen tiempo: los cuadros vichy. Desde el último desfile de Chanel Métiers d’Art celebrado en el conocido como castillo de las Damas, las apuestas apetecibles de Giambattista Valli o la apuesta extrema de Dolce&Gabbana hasta las firmas StandStudio o Holiday the Label.
En paralelo, el estampado damero convive con otros motivos geométricos que se renuevan año tras año, como las rayas horizontales y verticales, ya sean multicolores, en blanco y negro o marineras. o los cuadros más convencionales.
Lunares
Los lunares se vuelven a reinventar esta temporada dando una dosis de alegría a las piezas más ponibles de primavera. Las pasarelas van llenas de propuestas diferentes que van desde la versión monocromática hasta el bicolor en distintos tamaños.
Encabeza el listado Rodarte que vuelve acertar con varios outfits repletos de polka dots, a través de vestidos de aires retro, inspirados en la década de los 40 y los 50. Una tendencia que la firma norteamericana de las hermanas Mulleavy va repitiendo desde sus inicios en 2005. Esta temporada, Rodarte propone mangas abullonadas, cinturas definidas y cuellos grandes para llevar los lunares en diferentes tipos de piezas, sin abandonar su esencia romántica. Por su parte, Halpern envuelve este estampado en conjuntos pijama, batas de casa y trajes de tweed dándole un punto bohemio a su propuesta poco convencional. La firma Batsheva, propone por su parte un total look de este estampado gráfico que es ya todo un clásico. Por último, sorprende la colección de Burberry. ¿Alguien se hubiera imaginado que la tradicional casa de moda inglesa apostaría por los lunares? En este caso, la firma reinterpreta los icónicos polka dots de forma futurista y muy innovadora desde la perspectiva más abstracta.
Arty
Motivos abstractos, garabatos, brochazos o suaves pinceladas, guiños psicodélicos o graffitis con su efecto spray. ¡Todo es posible en el arty print! En verdad, no es de los estampados que pisan más fuerte esta temporada, pero se resiste a desaparecer de las pasarelas. Al menos durante un tiempo. Los estampados pictóricos, inspirados en el mundo del arte, aportan creatividad y frescura a las piezas que impregnan. Da igual si son en tonos flúor, neutros y hasta pasteles, los lienzos artísticos se han exhibido en diseñadores como Marqués Almeida, Christopher Kane o Kenzo, con flores desdibujadas con efecto acuarela.
Desde Gratacós nos resistimos a abandonar el print más artístico con varios tejidos llenos de color que alegrarán tus outfits de primavera. Solo hay que tener en cuenta una regla para lucir como nadie una prenda arty: que el resto del vestuario sea discreto en tonos neutros, texturas lisas y sin estridencias. ¡Deja que el tejido arty sea el absoluto protagonista!
¿Alguien se podía imaginar que el gris y el amarillo serían la perfecta pareja de baile? Es más, ¿qué llegarían a marcar e influenciar un año, que se presenta, incierto? Según Pantone, la autoridad mundial sobre el color, nada es imposible y la entrada a los nuevos años 20 se teñirá de Ultimate Gray y Illuminating, este singular dueto cromático que, según aseguran, “aúna sensaciones profundas de ponderación con la promesa optimista de un día soleado”.
No es la primera vez que se escoge un ambicioso emparejamiento cromático para representar las tendencias en color que influenciarán aspectos estéticos vinculados con la moda, el diseño, la publicidad o la decoración, entre otros. En 2016, por ejemplo, el azul Serenity y el rosa Quartz (conocido como rosa Millennial) se eligieron también en pareja. La elección de 2020 en cambio, vino motivada por razones diferentes, influenciadas por el contexto actual de pandemia y sus consecuencias sociales, basadas en un contraste entre la fortaleza y la esperanza. Dos atributos de peso que marcarán también 2021.
Positividad con fortaleza
Por un lado, el Ultimate Gray representa la firmeza. Según Pantone, “evoca sensaciones de solidez y fiabilidad que son eternas y que proporcionan unos cimientos firmes”. De gris se pinta la fortaleza, lo duro y difícil de romper. En la naturaleza, “este color está presente en los guijarros que vemos en la playa, en las rocas y las piedras que llevan sobre la faz de la Tierra miles de años de manera permanente e inmóvil”. Por lo tanto, este tono de gris es capaz de soportar el examen del tiempo. Así, “Ultimate Gray inspira una seguridad tranquila y traslada sensaciones de compostura, estabilidad y resiliencia”, explica Leatrice Eiseman, directora ejecutiva del Instituto Pantone del Color. Por ejemplo, en moda, ¿de qué color sería el pantalón de chándal que ha convivido en la mayoría de hogares y se ha convertido en la prenda más utilizada del confinamiento?
Por otro lado, el Ultimate Gray va emparejado con un tono energético, claro y esperanzador para superar una situación de incertidumbre sostenida. Este color que le contrasta es el Illuminating, un amarillo brillante y alegre que genera vivacidad y efervescencia y que en la naturaleza nos remite inevitablemente a los rayos del sol. Este tono simboliza la esperanza, la positividad y todo lo bueno que nos espera durante 2021. Así, la unión de un imperecedero Ultimate Gray con el amarillo vibrante que representa el Illuminating, expresa un mensaje de positividad combinada con fortaleza”, según Leatrice Eiseman. “Una combinación de colores, práctica y sólida, aunque al mismo tiempo cálida y optimista que ofrece resiliencia y esperanza. Necesitamos sentirnos animados y reconfortados, es algo esencial para el alma humana”, concluye.
De hecho, la elección anual de un color que guiará un año determinado, no es fruto del azar. Los analistas de Pantone basan su decisión final en estudios rigurosos y análisis de mercado a nivel internacional. “El Pantone Color of the Year refleja todo lo que está ocurriendo en nuestra cultura global, un color que expresa las necesidades de las personas y a las que el color puede dar respuesta”, añade Laurie Pressman, vicepresidenta del Instituto Pantone del Color. Pressman quien también asegura que “en un momento en que la sociedad sigue reconociendo el color como una forma crítica de comunicación y como una manera de simbolizar pensamientos e ideas, un gran número de diseñadores y marcas están adoptando el lenguaje del color para interactuar y conectar”.
Ultimate Gray + Illuminating en la pasarela
La unión de estas tonalidades antagónicas se ha subido a las pasarelas y está muy presente en las colecciones primavera-verano 2021. Prada, Jacquemus, Emilio Pucci, Balmain o Salvatore Ferragamo ya habían elegido esta alianza cromática en las nuevas propuestas primaverales. Dos tonos que tienen impacto en la ropa, en los tejidos que se escogen y que condicionarán nuestra manera de combinar y elegir las prendas actuales. Según Pantone, Ultimate Gray + Illuminating en accesorios de prendas de vestir y moda, traslada un mensaje de sol y de fortaleza porque el imperecedero gris proporciona un excelente contrapunto con el amarillo, aportando algo de luz en pequeños detalles y complementos de ropa. Por ejemplo, con su presencia enérgica, la unión de las dos tonalidades representa una excelente combinación en la ropa deportiva y en las prendas de abrigo o exterior.
Desde Gratacós disponemos de varios tejidos de temporada que entremezclan los dos colores de 2021. La mayoría son estampados de prints florales o de inspiración geométrica. ¿Lo mejor de todo? Ahora mismo los tenemos a precios irresistibles. No te pierdas la nueva promoción de tejidos en nuestra tienda online.
Este anómalo 2020 también ha trastocado el calendario de las interesantes charlas divulgativas de la asociación Color Community. Una iniciativa privada, que seguimos de cerca desde su creación, liderada por un grupo de tres profesionales amantes del color: el arquitecto Pere Ortega; la diseñadora especializada en Colour&Trim, Eva Muñoz; y Rosa Pujol, Textil&Colour Stylist y directora creativa de Gratacós.
Este año, las reuniones bianuales y presenciales en la Antigua Fábrica Damm de Barcelona se han reconvertido en formato digital, a través de la pantalla respetando así las medidas de seguridad impuestas por la situación sanitaria actual. A pesar de las dificultades, Color Community pudo presentar la nueva carta de colores que servirán de guía para la temporada Primavera-Verano 2022 en un informe orientativo que sirve como fuente de inspiración para los profesionales creativos que se dedican a la moda, el diseño, la publicidad o la arquitectura, entre otros ámbitos.
Dentro de un actual contexto social y económico marcado por la inestabilidad y la incertidumbre, nace la nueva propuesta amplia y global, Wait… SS22. Un concepto que articula toda la propuesta cromática y que simboliza el preámbulo a una infinidad de posibilidades optimistas, guiadas por la necesidad real de tomar mejores decisiones como sociedad y también en relación al medio ambiente. Esta “espera” es esencial, según la asociación, “para apreciar y valorar con humildad y sencillez la vida, y su cotidianidad funcional para estructurar todo el futuro”. Por eso, habrá que diseñar desde la practicidad, pero sin olvidar la belleza ni la creatividad.
“Wait…” simboliza también el inicio de la celebración, del juego y el optimismo y se abre sin inmovilismo a la coexistencia con la realidad digital. En cuanto al color, este se materializa como nunca antes vehiculando las emociones humanas y siendo el soporte conductor de estos sentidos.
A su vez, la propuesta cromática ‘Wait…’ se estructura a través de cuatro gamas de color, texturas y materias bautizadas como Wait…&Listen, Wait…&Wish, Wait…&Enjoy y Wait…&Grow Up. Color Community lo resume con un claim final de mensaje esperanzador: “Wait…& tomorrow”. Espera y habrá un mañana.
A continuación, os resumimos cada propuesta:
Wait… &Listen
Esta primera gama se inspira en la espera atenta: “aquella que está dispuesta a recibir información y aprender de ella”. Una propuesta que se basa en aprender de la proximidad de las naturalezas de la sociedad y del conocimiento humano. Wait… &Listen se construye desde la neutralidad y la naturalidad presentando el color con sutileza renovada. Eso significa que se habla de realismo natural, de materialidades y acabados que conectan con un origen bien manipulado, trabajado desde la harmonía y la sostenibilidad. En cuanto a la paleta cromática, abundan los tonos neutros relajantes como el blanco natural, el crudo básico y el gris calcáreo, entre otros colores suaves que estructuran y apaciguan. Los diseños hacen un giro hacia la simplicidad con formas lineales y geometrías básicas como el círculo. Vuelven las texturas rugosas, los acabados naturales e imperfectos, los arrugados y la estética rústica. Esta tendencia también se aprecia en los tejidos que se expresaran sin excesos decorativos. Abundan los hilos de algodón, lino, cáñamo, popelín y satén mates con aspecto limpio. Por último, las fibras naturales conviven con los sintéticos reciclados y regenerados.
Wait… &Wish
La segunda gama apela el deseo, este concepto que no se puede materializar y que activa la parte más creativa del ser humano. Según Color Community: “desear es no conformarse con lo tangible y buscar algo más dentro de lo posible”. Bajo esta premisa, Wait… &Wish propone redescubrir los secretos de la artesanía, revalorizando todas sus singularidades. A su vez, esta gama también se concentra en el mundo vegetal, pero esta vez focaliza su atención en esa naturaleza que conocemos, pero que rara vez tocamos ni experimentamos de manera despierta. El color se inspira en el aparente caos de la belleza natural, en su singularidad y en su exuberancia con cromatismos enriquecidos, brillantes y contrastados: verde vegetales, azules brillantes, láminas doradas o pinceladas carmesí. Los diseños están pensados para seducir con geometrías elementales, orgánicas y abstractas, estampados de rayas con trazo manual, cuadros en su versión más libre y combinaciones de colores que refleja el caos cromático de la naturaleza. En materias, abundan los trabajos con tintes naturales artesanos, las hilaturas semi-brillantes, los troquelados y cortes láser, la ropa utilitaria y los aspectos satinados. Por último, en tejidos se apuesta por la sostenibilidad y los tejidos cómodos y prácticos que no abandonan el diseño. En el apartado de fantasía, abundan los Jacquards con estructuras geométricas, los tejidos malla, redes y tejedurías depuradas como relieves y gofrados.
Wait… &Enjoy
La tercera inspiración es opuesta a nivel conceptual a las dos primeras: quiere proyectar el futuro de manera optimista y creativa, explorando conceptos como libertad, evasión y extroversión. Un disfrute creativo que se volverá ilimitado, pero coherente y reflexivo con el bien común. En esta gama, Color Community propone una creación enriquecida y cargada de personalidad subjetiva, pero siempre coherente y respetuosa con el medio ambiente. La paleta cromática se basa en tonos frescos, alegres, juguetones y sensuales cargados de positividad y preparados para ser combinables con los neutros. Tonos vitales como el geranio, la menta fresca, el clorofila, el rosa, el lima vitaminada que se combinan con neutros como el blanco y el arena. Los diseños se dejan seducir por el poder de las flores y el magnetismo de la vegetación más exuberantes. Hojas, pétalos, jardines, espacios verdes… la naturaleza vegetal también toma protagonismo en los tejidos veraniego. A parte de los motivos flores, están presentes hilados bellos para nuevas sensaciones cromáticas, fibras con brillo, tejidos fluidos que crean transparencias, organza texturizada con hilaturas iridiscentes, Jacquards con relieves y piqués. En general, los tejidos expresan esa intención de celebrar y bailar de nuevo a través del movimiento.
Wait… &Grow Up
Por último, Wait… &Grow Up representa una evolución de la anterior gama. Se basa en la imperfección del crecimiento, la aceptación del paso del tiempo y la integración del pasado para entender el futuro. Esta gama es “un reencuentro con la geometría más cromática con un alto contenido expresionista”. Los productos diseñados desde una perspectiva futura, con esta gama de colores, se afrontarán con una mentalidad estimulante y llena de luz en la que jugarán un papel destacado las armonías multicolor generadoras de patrones multitonos. Por lo tanto, la paleta cromática es multifacética, simbólica, versátil y adaptable a todos los sectores: malva, amarillo, rosa embriagador, coral, naranja, verde, gris, azul y marrón sofisticado. En diseños se prioriza una mezcla de antagónicos, motivos extraños y sorpresas visuales. Referente a los tejidos, esta última gama sigue la línea de las tres anteriores y tiene una intencionalidad clara: producir mejor con hilaturas recuperadas o recicladas, reduciendo el impacto químico y el consumo hídrico, ara así afrontar un futuro con esperanza. Por último, la propuesta se basa en aspectos táctiles a través de los tejidos que aporten una mirada extrovertida, colorida y muy visible.