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Mircoles 20 octubre 2021

Back to black! El color negro en el arte y en la moda

¿Es el negro un color? Aún hay debate en el que representa el tono más oscuro, el resultado de la ausencia o absorción completa de la luz visible.  El negro es un color sin matiz, una base neutra como el blanco -su opuesto- y el gris. Carece de tonalidad y luminosidad porque absorbe la luz sin reflejar ninguno de los rayos que lo componen. Históricamente se ha utilizado el color negro para representar la oscuridad, el luto, la solemnidad y la autoridad, pero también se ha vinculado con la elegancia, el inconsciente y el individualismo. Especialmente en el último siglo, el más revolucionario de todos. El negro simboliza el caos. Ahora, vuelve a la palestra como color primario y absorbe al resto de contrincantes, pero antes indaguemos un poco en el imaginario de un color sin color. 

De orígenes prehistóricos: Arte, inframundo y muerte.

El negro fue uno de los primeros colores utilizados en el arte. Lo emplearon los artistas paleolíticos en las pinturas rupestres con dibujos de toros y otros animales elaborados con carbón vegetal y más adelante, se fabricaron pigmentos de tonalidades más intensas con óxido de manganeso o huesos de animales. En la Antigüedad, los egipcios le dieron al negro asociaciones positivas: era el color que representaba la fertilidad (el suelo inundando por el Nilo era negro). También representaba el dios Anubis, guardián del inframundo, quien tomó la forma de un chacal negro y ofrecía protección contra el mal a los muertos. Para la Grecia Clásica, el negro también era el color del “otro mundo”, separado del terreno de los vivos por el río Acheron, cuyas aguas eran negras. Los griegos a menudo utilizaban este color en alfarería con figuras negras contrapuestas a otras figuras rojas. Curiosamente, en la jerarquía social de la antigua Roma, el negro fue usado por los artesanos. No era una tonalidad profunda y rica porque los tintes vegetales que utilizaban para hacer negro no eran sólidos ni duraderos, por lo que a menudo se desvanecían a grises o marrones. El negro también fue el color romano de la muerte y el luto. En el siglo II a.C., los magistrados romanos comenzaron a usar una toga oscura para ceremonias fúnebres. En la poesía romana, la muerte se llamaba la hora negra. 

De la oscuridad del medievo al Renacimiento

En la Edad Media, el negro se asoció con el mal y la oscuridad. Era el color de la magia, de la brujería y las artes oscuras. De hecho, el diablo en las pinturas medievales se representaba con forma humana, pero con alas, piel y cabellos negros. De negro, también se vistió Europa durante los episodios de peste bubónica como señal de duelo. En la moda de la época, el negro no tenía el prestigio del rojo, el color de la nobleza y fue usado por los monjes benedictinos como un signo de humildad y penitencia. A pesar de ello, el negro también podía simbolizar el poder como el secreto en el mundo medieval. El emblema del Sacro Imperio Romano de Alemania era un águila negra. También el caballero negro en la poesía de la Edad Media era una figura enigmática, sin identidad. 

En el Renacimiento, las connotaciones del color negro comenzaron a cambiar. Llegaron al mercado tintes negros de alta calidad que permitían elaborar prendas de un negro profundo y rico. Fue en esa época cuando los magistrados y los funcionarios del gobierno se ataviaron con sus túnicas negras, como signo de la importancia y de la seriedad de sus posiciones. Como solo la nobleza podría llevar colores vivos como el rojo o el azul real, la floreciente clase media como banqueros y comerciantes empezaron a adaptar el negro en sus túnicas y vestidos para distinguirse socialmente.

El color de la corte española durante el Siglo de Oro

El negro fue el color de moda en la España del Siglo de Oro. Se convirtió en el color emblema de los Habsburgo españoles, de Carlos V y de su hijo, Felipe II que lo veían como un símbolo del poder, la dignidad, la humildad y la templanza. Una potencia mundial como fue España después del descubrimiento de América, dictaba la moda y trasladó el gusto en el vestir de la corte española al resto de Europa. El negro era austero y sobrio, pero también rico en matices y hacía apreciar mejor la complejidad de los tejidos utilizados. Como más brillante y sólido era, más estatus social tenía la persona que lo lucía. 

En la pintura barroca también hubo un resurgir del color negro en el tratamiento de la luz y la sombra en las obras de Caravaggio y Rembrandt o en las pinturas de Velázquez, y más tarde Goya. ¿Quién no recuerda sus famosas pinturas negras? Más tarde, cuando los Países Bajos se convirtieron en una nueva potencia mundial, determinaron una nueva moda: se aflojó la vestimenta y las rígidas golas, pero los colores no volvieron porque entre los holandeses había triunfado la Reforma, y el color de los protestantes también era el negro.

El negro en la era contemporánea

En el siglo XVIII, durante la Era de la Ilustración europea, el negro perdió fuelle como color de moda. París se convirtió en la capital de la moda, y los pasteles azules, verdes, amarillos y blancos se convirtieron en los colores de la nobleza y las clases altas. Después de la Revolución Francesa, el negro volvió a instaurarse como el color dominante. De negro también se recuerda la Revolución Industrial, en gran parte alimentada por el carbón y más tarde por el petróleo. Charles Dickens y otros escritores de la época describieron las calles oscuras y los cielos ahumados de Londres, y se ilustraron vívidamente en los grabados del artista francés Gustave Doré. El negro también fue el color de la literatura romántica. El tono de la melancolía, del romanticismo y de la nostalgia del pasado. Castillos tormentosos, noches lluviosas, reuniones secretas por la medianoche… el negro tenía un componente fantástico y lo adoptaron los poetas de la época.

El negro de los artistas impresionistas 

El impresionismo no reconoció el negro como color. Esta corriente pictórica iniciada en Francia hacia 1870, fue muy popular y, aún hoy, el espectador considera los cuadros impresionistas como la culminación de la belleza pictórica. Édouard Manet usó el color negro por su fuerza y efecto dramático. El retrato de la pintora Berthe Morisot de Manet fue un estudio en negro que capturó perfectamente su espíritu de independencia.  El negro le dio a la pintura poder e inmediatez. Henri Matisse citó al impresionista francés Pissarro diciéndoles: “Manet es más fuerte que todos nosotros: hizo la luz con el negro”. Otro célebre pintor: Pierre-Auguste Renoir usó negros luminosos, especialmente en sus retratos. Cuando alguien le dijo que el negro no era un color, Renoir respondió: “¿Qué te hace pensar eso? El negro es el rey de los colores”. Vincent van Gogh usó líneas negras para dar forma a muchos de los objetos en sus pinturas. En el siglo XX, el color negro también vivió un nuevo esplendor. El pintor ruso Kazimir Malevich, creó el ‘Cuadrado negro’ en 1915 y es considerada la primera pintura puramente abstracta. Para Henri Matisse, el negro era un color apreciado. “Cuando no sabía que color dejar, pongo negro”, dijo en 1945.

Un símbolo del individualismo

La vestimenta negra concentra en el rostro, considerado el centro de la individualidad, la impresión que una persona produce. No en vano, en la década de 1950, el negro se utilizo como un símbolo de la individualidad y la rebelión intelectual y social, el color de los que no aceptaron las normas y los valores establecidos. El filósofo Jean-Paul Sartre iba siempre de negro. La cantante Juliette Greco, que encarnó el existencialismo en actitudes más populares, era famosa por sus ojos con sombra negra, sus pantalones de pana negros y su jersey negro de cuello alto que le llegaba hasta el mentón. El negro se hizo popular también como color diferenciador entre todos los grupos que no se sentían como parte integrante de la masa y que no participaban de los valores de la adaptación. Los rebeldes sin causa usaban invariablemente cazadoras de cuero negro. Luego apareció el reinado del rock’n’roll, la moda punk y la subcultura gótica con un tipo de moda fúnebre inspirada en la era victoriana. 

El color favorito de la moda del siglo XX

El negro es el color de la elegancia porque supone renunciar a la pompa y al deseo de llamar la atención. Quien viste de negro, renuncia incluso al color. Por eso, ir de negro simboliza ir acertado sin riesgo. Esto se manifiesta especialmente con la moda masculina más conservadora: los trajes elegantes, el frac y el esmoquin, son siempre negros. El negro también fue considerado el color que vestían los artistas para que el personaje no eclipse la obra: quien viste de negro no necesita hacerse el interesante con otros colores, le basta la personalidad.

Uno de los grandes nombres de la moda que revolucionó la moda femenina del siglo XX fue Coco Chanel. La diseñadora francesa simplificó el vestuario de las mujeres con su gran obra maestra: el little black dress. El vestido corto que hasta hoy ha sido ideal para todas las ocasiones formales. “Una mujer necesita tres cosas: un vestido negro, un jersey negro y, en el brazo, el hombre que ama”, decía. El negro también fue el color preferido de Cristóbal Balenciaga, que quiso rescatar el esplendor que tuvo siglos atrás y llevarlo de nuevo a la moda. También tuvo poder en Christian Dior que afirmaba que el color negro “podía llevarse en cualquier momento, a cualquier edad y para cualquier ocasión”. Por su parte, el diseñador Gianni Versace consideraba que el negro: “Es la quintaesencia de la simplicidad y la elegancia”, y el diseñador francés Yves Saint Laurent dijo: “el negro es el enlace que une arte y moda”. De toda la historia entre cine y moda, uno de los vestidos negros más famosos del siglo pasado fue diseñado por Hubert de Givenchy y usado por Audrey Hepburn en la película ‘Desayuno en Tiffany’s’ de 1961. 

Los diseñadores también visten de negro

Lo hemos visto. El negro ha cautivado a la industria de la moda con su elegancia discreta y su armonía cromática en la que tejidos y texturas también desempeñan un papel fundamental. De hecho, muchos de los asistentes de la industria que se sentaban en el front row les denominaban black crows (cuervos negros) por la indumentaria que acostumbraban a lucir siempre. Más allá de una tendencia del momento al reclamar su trono en el invierno de 2021 con looks monocromáticos, vestir de negro de la cabeza a los pies ha sido siempre una opción acertada que no tiene porque ser aburrida o monótona. Las pasarelas han vuelto a hablar por sí solas con propuestas que le dan un twist a este “uniforme” imperecedero.  Alberta Ferretti, Fendi, Isabel Marant, Versace, Chanel, Gucci o Dolce&Gabbana revisan los looks de temporada que se tiñen de riguroso negro.

Más allá de la sofisticación, el misterio, la elegancia o el individualismo, este color a su vez también ha sido adaptado por famosos diseñadores contemporáneos que lo han convertido en su color preferido para exhibirse de cara a la galería. Eso sí, cada uno es fiel a su estilo. Es imposible no imaginarse a Carolina Herrera sin su falda negra por la rodilla; a Tom Ford sin sus perfectos trajes negros o a Karl Lagerfeld sin sus icónicas gafas negras. En sus versiones más casual destacan, por ejemplo, Alexander Wang con camiseta y vaqueros negros o Yohji Yamamoto que hizo del color negro todo un emblema del diseño japonés. “El negro es modesto y arrogante al mismo tiempo. El negro es algo perezoso y fácil, pero también misterioso”. Del color sin color por excelencia también inmortalizó una frase al periódico The New York Times: “Yo no me meto contigo, así que tú no me molestes”. Y aplica su mantra hasta las últimas consecuencias tanto en sus diseños como a la hora de vestirse a sí mismo. Coherencia, ante todo.