Verde

Sbado 28 agosto 2021

El color intermedio: del verde natural al verde tóxico

¿Quién no ama el color verde? Es prácticamente imposible sentir indiferencia hacia este color intermedio que representa la quintaesencia de la naturaleza, la primavera en todo su esplendor, un estilo de vida vinculado con lo natural y lo sostenible o el rechazo de una sociedad dominada por la tecnología. Desde la Antigüedad, el verde ha sido un color muy apreciado en el arte, pero a su vez, no ha sido fácil conseguir que esta tonalidad perdure en el tiempo sin utilizar procesos químicos. Se habla de la variabilidad del verde y de cómo cambia su percepción en función de la luz y los matices que adquiere. Uno no siente lo mismo por el verde guisante o el esmeralda (el verde bonito) o el verde grisáceo o el verde sapo (el verde feo). ¿No es así?

El color de lo fresco, lo inmaduro y lo jovial

El verde es el símbolo de la naturaleza. Representa toda su extensa y variada vegetación y es una asociación universal muy primitiva, ajena a culturas y religiones. De verde también se asocia la vida, la salud, la esperanza y el medio ambiente. La primavera es verde porque todo lo que germina, brota y nace en la naturaleza es de este color. Los negocios florecientes también se dicen que son de color verde. Esta tonalidad también se asocia con las cosas frescas especialmente cuando se vincula con los productos de la huerta. Incluso un perfume coloreado de verde sugiere un aroma fresco, y se dice entonces que el aroma tiene “una nota verde”.

De verde también es la juventud y a su vez la inmadurez que conlleva esta etapa vital. Un joven que aún está “verde” es aquel cuyas formas de pensar son como la “fruta verde”. Después de la juventud viene la madurez y ésta pasa del verde fresco al radiante amarillo, símbolo en China de la fertilidad. Los campos de trigo dejan de ser verdes cuando el trigo ya está maduro, listo para la cosecha.

El verde a lo largo de la historia

La historia del verde se remonta a la Edad Antigua. En Egipto, el verde era un símbolo de regeneración y renacimiento. Por ejemplo, el dios Osiris se le representaba con la piel verde y simbolizaba la vida y la muerte. Los egipcios extraían de la malaquita, los pigmentos para pintar los muros de sus tumbas, pero era un proceso caro y se volvía negro con el tiempo. Los romanos encontraron una solución al sumergir platos de cobre en vino para crear el pigmento verdegrís que se produce con la corrosión del metal. Este es el mismo tono verde que vemos hoy en día en los techos de metal patinado, monedas antiguas o esculturas. Los antiguos romanos usaban este pigmento en mosaicos, frescos y vitrales. En la Edad Media, los monjes medievales utilizaban el verde para colorear sus manuscritos. No todo eran bondades las del verde: también se le consideraba un color horripilante al vincularse con los monstruos, los demonios, la envidia y la traición. También el veneno. En general, lo inusual se vestía de verde. Ya nos lo advierte el refrán: “Eres más raro que un perro verde”.

El color de la burguesía

En la Edad media, el color de la ropa indicaba el rango social y a su vez, la profesión de una persona. El rojo era usado por la realeza, el azul por la nobleza, mientras que el pueblo vestía de marrón y gris, colores ordinarios y fáciles de producir en la época. El verde fue el color que llevaban los comerciantes, los banqueros y los propietarios de nuevos negocios que empezaron a aflorar en el Renacimiento. Una nueva clase social, formada por personas acomodadas, que lograban acumular propiedades y capital, y tenían ciertos privilegios. El verde se convirtió en el color que representaba a la burguesía floreciente. Una anécdota: La mujer en el ‘Retrato de Giovani Arnolfini y su esposa’ de Jan van Eyck (1434) lleva un vestido verde brillante, que simboliza el estatus y la riqueza de su familia.

El verde vanidoso 

“Quien de verde se viste por guapa se tiene” reza un popular refrán que no considera que el verde sea un color favorecedor o fácil de llevar. Una posición similar compartía Lope de Vega en La Dorotea: “Quien se viste de verde, a su rostro se atreve”, para eludir en sentido general a las personas engreídas dadas a engalanarse con colores llamativos, poco corrientes para la época. 

Aunque el verde fue popular en siglos pasados y se vinculaba en actividades de la vida diaria de la élite burguesa, no se aceptaba tanto como color para los días festivos o las ocasiones especiales. Eso era porque en el siglo XIX aún no existía ningún tinte natural que pudiera conseguir un verde intenso. Entonces, las telas verdes se volvían pálidas y apagadas. En 1863, el químico Eugen Lucius produjo un colorante verde intenso al que, como era costumbre en su época, bautizó con un nombre basado en su estructura química: verde aldehído. Con dos socios fundó una compañía para introducir esta tonalidad de verde en el mercado de los colores considerados hermosos para vestir. Hay una anécdota curiosa en referencia a este tipo de verde. La esposa de Napoleón III, la emperatriz Eugenia de Montijo estaba considerada la mujer más bella de la época y era un icono de estilo y elegancia. De hecho, se la considera la influencer española con una proyección más internacional del s. XIX. Eugenia confió en las propiedades de este nuevo verde que le traían los tintoreros en la corte de París y se hizo hacer un elegante vestido de seda de color verde aldehído para asistir a una noche en la ópera. Con las luces del gas, el verde del vestido brillaba con intensidad de manera inexplicable. Ese verde de aldehído causó sensación entre la clase burguesa y se puso inmediatamente de moda. Después de este éxito, la industria química puso en el mercado muchos tintos verdes. El verde también fue uno de los colores predilectos de la artista polaca, Tamara de Lempicka. Su famoso ‘Autorretrato en un Bugatti verde’ retrata el movimiento futurista de la época. De verde también se solía vestía la actriz Greta Garbo en los años 30. La imagen de una imponente mujer del cine clásico segura de sí misma.

La tonalidad más tóxica y artística

Es curioso que el color asociado con la naturaleza también haya sido el color más difícil de conseguir de forma natural porque los colorantes empleados para su fabricación no resistían al lavado ni a la luz solar. A principios de la Edad Moderna se empezaron a mezclar sustancias químicas y tóxicas para conseguir verdes luminosos y duraderos. En 1775, el químico sueco Carl Wilhelm Scheele inventó un mortal tono verde brillante hecho con arseanto, un químico tóxico. Se le conocía como verde de Scheele y el color era tan popular que para finales del siglo XIX ya había sustituido a los anteriores tintes minerales y vegetales. Este verde fue utilizado en papel, tapices, telas e incluso en los juguetes. A finales del siglo XIX, un pigmento similar llamado verde de París, también altamente tóxico, fue el pigmento que los impresionistas franceses como Claude Monet, Paul Cézanne y Pierre-Auguste Renoir utilizaron para crear sus exuberantes paisajes verdes. Hoy en día, a pesar de todos los avances modernos en la tecnología del color, la producción de tintes y pigmentos verdes sigue siendo difícil y muchas tonalidades siguen incluyendo sustancias tóxicas.

Un color de temporada

El verde es uno de los colores que está marcando 2021: colecciones de verano e invierno. Marcas como Max Mara, The Attico o Salvatore Ferragamo han apostado esta temporada por sus diferentes tonalidades, demostrando que es una de los colores de moda que dicta las tendencias. Además, marcas como Chanel o Balenciaga destacan por sus coloridos bolsos. En otoño, las pasarelas vuelven a subir el verde en versiones brillantes como el esmeralda o el verde Leprechaun -hace alusión a la criatura mítica del folklore irlandés- o en su versión más apagada como el kaki.

A nivel de estilismos, el verde convence porque es un tono de riesgo aceptable que se empareja muy bien con las tonalidades neutras como los marrones, los beiges y los tierra, y el eterno negro y blanco. Esta tonalidad atrevida se adapta perfectamente a un look monocromático o puede llevarse en dosis pequeñas para proporcionar el toque de color perfecto para quienes están acostumbrados a vestirse en tonos más sobrios.